José Ibarra

Portada
Portada del  informe Propuesta para México 2012
Tipo de documento
Año de publicación
2012
Institución
Instituto de Investigaciones Económicas
Ciudad
Ciudad de México
Categoría
Publicación
Coordinador(es)
María del Carmen del Valle Rivera
Editor
Instituto de Investigaciones Económicas
Número de páginas
42pp.

El propósito de este documento es presentar las bases de una estrategia de desarrollo incluyente, sustentable y con equidad social para México. Los académicos integrantes del Seminario de Teoría del Desarrollo (STD), conscientes de la urgencia de contribuir a la discusión actual sobre el desarrollo en nuestro país, ofrecemos reflexiones y lineamientos que aporten conocimiento para la construcción de una estrategia de desarrollo encaminada a transformaciones sociales y económicas que conduzcan al bienestar de la población mexicana. Animados por la necesidad de enfrentar la crisis estructural en la que estamos inmersos, que impide el crecimiento, que amplía la población sumida en la pobreza y que sigue devastando al medio ambiente, consideramos que las limitaciones estructurales para crecer ocurren, en buena parte, en el marco de la inserción subordinada de México a la economía mundial y la sincronía con la economía de Estados Unidos. Por otra parte, la política económica aplicada en los últimos treinta años se ha basado en un paradigma de corte neoclásico que prioriza el libre mercado, utilizando a la economía como una disciplina instrumental y no como una ciencia social. En este contexto la discusión sobre el tema del desarrollo hoy ocupa una posición central y constituye una vertiente de análisis en la que estamos permanente empeñados. En septiembre de 2011 realizamos un Seminario con el tema “La crisis estructural y las alternativas de desarrollo”, en el que se contó con una amplia participación de los académicos del Instituto. Este fue el punto de partida para la elaboración de este material. El documento consta de tres apartados, en el primero se analiza “La crisis global y su impacto sobre México”. Allí el análisis muestra que esta crisis tiene un carácter estructural e impacta fuertemente sobre la economía debido a la forma en que su proceso de crecimiento económico y el de Estados Unidos han estado interrelacionados. Siendo ésta una característica histórica, desde los años 90 los grados de interdependencia han crecido y se ha afinado la sincronicidad entre ambas dinámicas económicas. Desde el inicio de la crisis de 2007 se confirma este patrón de comportamiento en la relación del PIB de Estados Unidos y el de México, que se expresa en una interrelación subordinada cuando menos en seis rubros: los flujos de remesas; los movimientos de capital de corto plazo; la deuda externa, pública y privada; la inversión extranjera directa; el comercio internacional; y los servicios de turismo. De esta manera cualquier movimiento recesivo en la economía estadounidense se refleja más temprano que tarde en la escala de crecimiento de la mexicana. El comercio exportador de manufacturas no ha logrado constituirse en el sector de arrastre de la economía, la elasticidad exportaciones-PIB es muy baja, al mismo tiempo que crecen más las importaciones. De ahí que el déficit de la balanza comercial aparezca financiado por las remesas y por los movimientos de capital de corto plazo. Los movimientos migratorios y la baja en los flujos de las remesas dejan de constituir una válvula de escape al desempleo interno y el débil atenuante a la pobreza de un número creciente de hogares, fundamentalmente rurales. Esta tendencia es mucho más evidente a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Lo que tenemos entonces no es un modelo de crecimiento liderado por las exportaciones sino un modelo de estancamiento con aumento de las importaciones. El segundo apartado se ocupa de “El desempeño de la economía mexicana”. Las últimas tres décadas en México se caracterizan por el mediocre crecimiento de la economía, fragilidad financiera, crisis recurrentes que van más allá de lo económico-financiero y que afectan seriamente al sector alimentario, la seguridad pública; la calidad de la educación, la baja inversión pública y privada y la existencia de un creciente sector de la población que ante la falta de empleos formales emigra a Estados Unidos o bien encuentra una fuente de ingresos en las actividades informales, e inclusive, en el crimen organizado. La apertura comercial, en el marco del abandono de una estrategia productiva adecuada a las necesidades propias, ha destruido importantes sectores productivos. En el sector agrícola, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reporta que en nuestro país existen 5.4 millones de unidades de producción rural, de las cuales 3 millones están en pobreza y sólo 450 mil poseen capacidad productiva y generan ingresos. El abandono del México rural queda registrado hasta en los datos del Banco Mundial que indican que de los 25 millones de personas que habitan en el campo, 15 millones viven en pobreza, esto equivale al 60% de la población rural mexicana. Muchas comunidades están desmembradas y la migración a Estados Unidos explica la desarticulación del tejido social en las poblaciones campesinas del país. La ausencia de planeación para establecer prioridades nacionales, sectoriales y regionales conduce a que los esfuerzos en tecnología e innovación ocurran desligados de las actividades productivas y de las necesidades de la mayoría de los mexicanos. El gasto en Investigación y Desarrollo (ID) ha permanecido estancado, el país dedica a ello solamente 0.4% del PIB, lo que nos ubica por debajo, inclusive, del promedio latinoamericano que es de 0.6 por ciento. El resultado más notorio del estancamiento económico y la disminución de la inversión, es la consolidación estructural del desempleo, la presencia de un mercado laboral heterogéneo con calidad deteriorada en los puestos de trabajo, que al adoptar formas flexibles de contratación de mano de obra, fomenta la proliferación de empleos temporales, precarios, con contratos a tiempo parcial y con una progresiva reducción del salario. Los jóvenes son los más golpeados por el desempleo pues 66% labora en la informalidad, adicionalmente 40% trabajan en empresas que no tienen seguridad social, ni prestaciones (OCDE, 2012). El mayor nivel de desempleo se encuentra entre los jóvenes con más años de estudio. La inequitativa distribución del ingreso es un factor central en la consolidación de la desigualdad en México. A finales de 2011 México se ubica como el segundo país miembro de la OCDE con mayor desigualdad de ingresos, sólo superado por Chile. En México, el 10% de los hogares más acaudalados obtiene 26 veces más ingresos que el 10% de los que tienen menores ingresos. (OCDE, 2011) En el tercer apartado, “Lineamientos para una estrategia de desarrollo económico para México”, partimos de considerar que los modestísimos logros y los muchos retrasos que provoca la actual estrategia obligan a cambiar. Consideramos la conveniencia de una redefinición de las relaciones con el exterior principalmente respecto a la apertura económica, la deuda externa (interna), las condiciones establecidas a la inversión extranjera directa, entre otros. El país puede recuperar grados importantes de autonomía en la globalización si volvemos a ser autosuficientes en la producción de nuestros principales y variados alimentos, y si volvemos a manejar nuestra riqueza petrolera razonablemente. La inserción en la globalización debe ser con exportaciones mexicanas de mayor contenido nacional, cada vez de mayor contenido tecnológico endógeno y no principalmente exportando productos maquilados, toda vez que es posible trabajar con una competitividad auténtica de la economía mexicana, con sustentabilidad y aumento de los ingresos de los trabajadores. Así el nuevo gobierno debe ser la expresión de una visión de país integral en la que lo más importante sea el bienestar de la población y la elevación de su calidad de vida en forma sustentable. Los ejes de la propuesta son entonces el fortalecimiento de la producción de alimentos, de servicios de salud y educación con cobertura universal y la satisfacción de las necesidades esenciales por medio de mecanismos que abaraten y faciliten el acceso a los bienes y servicios básicos. Esto abre el camino para la refundación del Estado democrático y el rediseño de sus instituciones.